Domingo, 5 de agosto de 2006
Un reducto de paz
El barrio de
Yagüe mantiene su esencia sosegada ignorando el bullicio
de Logroño
Hace
más de medio siglo, el General Yagüe ideó unas
viviendas para albergar a familias obreras en el
Norte de España. De ellas, 198 se construyeron en
Logroño y el mismísimo Franco vino a inaugurarlas.
He aquí parte de la historia que muchos desconocen:
Franco se negaba a inaugurar el barrio porque, según
dijo, «los moros en las jaimas están en mejores
condiciones que aquí».
No
andaba desencaminado el dictador. Y es que las viviendas
se entregaron sin cédula de habitabilidad, ni luz en las
calles, ni alcantarillado. Las familias que por entonces
habitaron el barrio de Yagüe pasaron muchas penurias.
Era gente de clase media-baja que sobrevivía con mucho
esfuerzo gracias a su trabajo. Pero no pasaron hambre,
porque el General había dispuesto que todas las
viviendas tuviesen un terreno de 300 metros cultivable.
A las primeras casas les siguieron las de las calles
Clavijo, Los Fueros y General Yagüe. No fue fácil
convencer a los moradores de que pertenecían a un mismo
barrio. Lo sabe bien el párroco, Rafa Ojeda, que hizo
grandes esfuerzos por unir a unas familias que ni
siquiera se hablaban. Aun así, las viviendas de la calle
General Yagüe, aunque en un principio se proyectaron
como parte del barrio, quedaron finalmente un tanto
aisladas por las fábricas que se levantan entre sus
bloques y el resto de casas.
Poco a poco el barrio fue cobrando vida. La parroquia,
la farmacia, el ambulatorio... Pero el camino fue duro.
No siempre tuvieron el apoyo municipal y muchas veces
tuvieron que ser ellos quienes tomasen la iniciativa,
como ocurrió con la escuela, que durante 9 años se ubicó
en una vivienda, la biblioteca escolar o la guardería
municipal, gestionada por iniciativa religiosa en un
piso del barrio.
En 1959 llegó una de las asociaciones más importantes
del barrio: el Club de Fútbol. «Aquí estamos implicados
todos, es un nexo entre todos los segmentos de la
población del barrio», explica Blanca Pascual,
presidenta de la Asociación de Vecinos del Yagüe.
Después vinieron muchas otras de diverso carácter que
perduran hasta el día de hoy, como el Club de la Tercera
Edad o el Grupo de Mujeres, que cada año organiza con un
éxito total la cocina de Navidad en la que se
intercambian saberes.
Yagüe siempre ha tenido una conciencia social
fuertemente arraigada. Cuando en 1968 algunos jóvenes fueron
encarcelados por manifestarse para conseguir mejores condiciones
de vida, todo el barrio salió en su defensa. Además, en sus
calles se pueden integrar vecinos de cualquier etnia o
nacionalidad sin ningún probllema.
La vida de barrio
Actualmente, Yagüe cuenta
con unos 3.200 habitantes. Su vida diaria transcurre en
el patio de las escuelas a falta de una plaza, aunque en
un principio estaba proyectada en los planos del barrio.
Cuando finalmente se inaugure el nuevo colegio, este
espacio se dedicará, entre otras cosas, a hacer realidad
este centro que en su día no se construyó.
A pesar de encontrarse dentro de la ciudad, la rutina es
mucho más familiar, porque como reconoce Blanca Pascual,
«al estar separados de Logroño por las fábricas, en
Yagüe hay una conciencia de barrio». De hecho, a los
jóvenes les cuesta salir de allí, por eso desde la
asociación reivindican un centro donde puedan reunirse,
así como 'búhos' para que puedan ir y venir de Logroño
los viernes y sábados por la noche.
No sólo las mejoras en salubridad han hecho cambiar al
barrio. También el poder adquisitivo de los hijos de los
antiguos propietarios, que han recuperado sus 'casas
bajas' tan características, ha mejorado. Buen ejemplo de
ello es la transformación en piscinas de los huertos que
dieron de comer a las primeras familias.
«Aquí se vive muy bien, tenemos una calidad de vida como
poquitos sitios», asegura Blanca. No le falta razón. Al
lado de todos los servicios de Logroño pero sin las
molestias de una gran ciudad, como el ruido, los atascos
o la contaminación. Un lugar tranquilo donde llevar una
vida calmada, pero no aburrida.